martes, 23 de agosto de 2016

Los inicios II

El “éxito” obtenido con Andrómeda, me llevó después a intentar otros objetos.
No pude sustraerme a la polícroma atracción de Orión y, en cuanto se colocó frente a mi terraza, orienté mi teleobjetivo de 300 mm. hacia su cinturón con este resultado:

Por entonces ya había rescatado del desván un viejo telescopio de juguete, marca Konus, un refractor con montura altacimutal simple de 70/700, que bastantes años atrás compré para intentar que mi hijo se iniciara en la afición desde su tierna infancia. Eso no sucedió, por lo que el único usuario del juguete fui yo. Y lo tenía prejubilado por que las holguras y el deterioro general de la montura lo hacían muy difícil de usar.

Ahora lo saqué con la intención de arreglar la montura o sustituirla y conectarle la cámara fotográfica, a la que, a tal fin, le acoplé esta chapuza de fontanería:

Luego compré la montura de sustitución, pero con un telescopio newtoniano encima. Un reflector de 130/650 cuyo portaoculares tuve que modificar severamente, a base se sierra y lima, para poder hacer siquiera alguna foto medianamente enfocada. La operación del tubo ya me hizo barruntar que la cosa de la astrofotografía no iba a resultar fácil.
Sin embargo, el ansia viva me llevó pronto a adquirir una montura ecuatorial motorizada (naturalmente de segunda mano)y dar un paso largo hacia adentro de la afición. Por entonces me afilié a la Agrupación Astronómica Madrid Sur, donde encontré toda la información y los apoyos necesarios para iniciarme en esto.

Iniciándome, pues, estoy ahora, y compartiendo la experiencia de mi constante inicio del que estas y otras cosas similares constituyeron los primeros pasos:





Y pensar que me ponía tan contento cuando conseguía una imagen de estas...
Luego la cosa mejoró un poquito, pero no demasiado, como podréis ir viendo si tenéis el aguante suficiente para seguir el blog.

No hay comentarios:

Publicar un comentario