domingo, 27 de noviembre de 2016

Las Pléyades


Las Pléyades (Objeto Messier 45), forman uno de los cúmulos abiertos más cercanos a nosotros. Situado a tan sólo 450 años luz (cuarta arriba o abajo), son perfectamente visibles sin mediación de lentes ni espejos de aumento.
Esta peculiar reunión de estrellas ha recibido, a lo largo del tiempo, nombres tan sugerentes como “Las siete Hermanas”,  “Las siete Cabrillas” o “Los siete Cabritos”.
Los antiguos griegos, que las llamaban en su lengua “Las Palomas”, pronto les encontraron una utilidad práctica para sus vidas cotidianas: Las usaban para realizar valoraciones de la agudeza visual de la gente.
Los oculistas helenos pedían a sus pacientes que mirasen al cúmulo y declarasen el número de estrellas que veían en él. Si afirmaban que percibían siete es que veían bien y, por tanto, no eran buenos clientes para el facultativo de los acais (¡Coñ! era la A). Si veían menos es que algo había de falta, y algún dracma se podía sacar en concepto de consultas y sabios consejos. Si veían una informe mancha pálida, la cosa ya podía necesitar un tratamiento que, aunque de inciertos resultados clínicos, seguro que podía cambiar de bolsa algunos estáreos o  tetradracmas. Si no veían nada, ni siquiera la vecina Aldebarán, o Sirio, ya es que el tema estaba para ser derivado a los Oráculos.
En general, y como vengo diciendo, el cúmulo es perfectamente visible cuando discurre por el cielo nocturno, aunque en determinadas circunstancias se haga necesario recurrir a la visión lateral o periférica.*

Dada su visibilidad y la fuerza de su presencia en el cielo nocturno desde el final del verano hasta el final del invierno, las Péyades han suscitado la atención de todas las culturas y mitologías humanas, en todos los tiempos, figurando en los libros más antiguos y emblemáticos de que se tiene noticia, tales como la Torah o Antiguo Testamento, el Mahabarata, la Odisea o la Iliada entre otros.
Por “Mul-Mul” las nombraban los sumerios. Para los antiguos Hindúes su nombre es Krttyk, y estaban felizmente casadas con los Rishis (siete estrellas de la Osa Mayor), estado civil que no disuadía de desearlas al dios del fuego Agni.  Como las hijas de Pléione y del titán Atlas las conocieron los griegos. Los por entonces muy lejanos mayas, las mencionaban en el Popol Vuh o Libro de los Consejos, una recopilación de relatos que pretendía contener las respuestas a las atávicas  preguntas, aún vigentes, sobre el origen del mundo y de la humanidad, así como explicar los fenómenos que acontecen en la naturaleza, y todas esas cosas. Para ellos, el nombre del cúmulo era Motz, algo así como “Montón”.
La astronomía actual, escéptica ante las incuestionables revelaciones de las mitologías (también de las actuales), estima por sus mediciones que las Pléyades son un cúmulo de estrellas muy jóvenes, que se encendieron durante el periodo mesozoico de la Tierra, hace unos 100 millones de años. Su primera luz, por tanto, ya pudo ser recibida por ojos terrestres, ya había dinosaurios y otras muchas especies animales y vegetales que pudieron ser testigos del celeste natalicio.
Hay quienes aseguran que nuestro Sol pertenece a ese cúmulo, Pero las cifras lo desmienten. El conjunto de estrellas, que no son 7 sino más de 500 abarca una extensión aproximada de unos 12 años luz y, pese a su cercanía relativa de nuestro sistema, los 450 años luz que nos separan, así como la inmensa diferencia de edad entre aquellas estrellas y esta nuestra, son más que suficientes para situarnos fuera del cúmulo, pero la realidad es no pocas veces diferente del sueño y del deseo. Aunque no siempre es menos bella.
Yo, mi telescopio y mi cámara, damos fe de que este cúmulo tiene tanta belleza, visto tal como es, que no necesita antropomorfos “pleyadianos”  altos y rubios,  ni la contribución del arte y de la imaginación humana para mejorar su aspecto.
Pongo aquí la primera imagen que considero presentable de las varias aventuras fotográficas que me han llevado a dirigir mis bártulos a esas 3h. 47m. 10s. de Ascensión Recta y esos  +24º 7´ 32” de Declinación.



*Visión lateral o periférica.

Las células fotoreceptoras situadas en la retina se conocen como bastones y conos.
Los conos, concentrados en la fóvea (pequeña depresión de algo más de un milímetro cuadrado que ocupa el centro de la retina), se encuentran capacitados para la visión directa, aguda y detallada.  Están situados en el eje óptico. La luz que recorre el eje óptico se percibe con toda su resolución y su color, y es captada por estos conos, mientras que los bastones, situados  a unos 20º en las periferias de la fóvea, o sea fuera del eje óptico, visibilizan objetos de escasa luz, son muy sensibles, tanto a la luz como al movimiento, pero no captan color. Su gran ventaja y utilidad es que nos permiten ver objetos que escapan a la visión directa. Por eso hay veces en que cuerpos celestes débiles o difusos se ven mejor si en lugar de mirarlos directamente se mira a sus inmediaciones. Es decir, se utiliza la visión lateral.

domingo, 13 de noviembre de 2016

Superluna

Cuando se produce la feliz coincidencia entre el plenilunio y el perigeo lunar acontece el fenómeno conocido como “Superluna”. Dependiendo de la precisión que tenga esta coincidencia, unas superlunas pueden ser más superlunas que otras.
La que sucederá mañana, lunes 14 de Noviembre de 2016, es una de las más notables. No se veía algo así desde hace 70 años.
La diferencia en el tamaño aparente es apreciable, en especial si se compara con la “Microluna”, que se produce cuando el plenilunio coincide con el apogeo orbital.
No pondré porcentajes ni más rollo. En este caso, nada mejor que una imagen para mostrar la diferencia.

Aquí va.

Que la disfrutéis.


lunes, 7 de noviembre de 2016

Tiempo de Orión

Orión continúa persiguiendo a las Pléyades por los cielos.
El Toro sigue interponiéndose entre el cazador y las jóvenes estrellas objeto de su deseo. No hay avances apreciables en el antiquísimo lance, ni retrocesos. Nada ha cambiado en esta escena, al menos desde los tiempos a que alcanza la memoria de la humanidad.

(“¿Podrás tú atar los lazos de las Pléyades, o desatar las ligaduras de Orión?”  Libro de Job, Capítulo 38, versículo 31)

Pero no voy a engolfarme con las mitologías antiguas, ni con las modernas revelaciones que sitúan en esas hermosas estrellas la guarida de horribles seres grises, antropomorfos (como no podía ser de otra manera) pero bajitos, feos y deformes, cuya principal ocupación consiste en abducir inocentes terrícolas para operarlos, sepa usted de qué ni con qué fin, en sus quirófanos siniestros. Sin que exista constancia de análisis preoperatorios, ni más convalecencia que un discreto borrado de los recuerdos de la estancia en sus naos. Tratamiento este último no muy eficiente, al parecer, pues algunos explican con pelos y señales lo que les vino a acontecer en el nefando percance de la abducción, y aun exhiben ciertos artificios que, de industria, les fueron implantados en las carnes antes de devolverlos a sus cotidianas faenas terrenales, que ahora incluyen el pormenorizado relato de los hechos en los foros habilitados para tales discursos.

Constelación de Orión entre nubes terrestres.
No, no voy a hablar de esto, no más de lo que ya lo he hecho. Tampoco voy a dar la brasa con datos astronómicos, distancias, magnitudes, composiciones ni cosas por el estilo. Para eso están los libros. Bueno y la Wiki, al menos mientas viene o no viene la gran tormenta solar que anuncian los augurios de moda. Dicen que si sucede tal como es de esperar nos dejará sin luz eléctrica durante un tiempo. De acontecer tal caso, recomiendo encarecidamente aprovechar la ocasión para contemplar el cielo nocturno. Si está despejado y es Otoño o Invierno, se podrá ver el precioso espectáculo que sigue dando Orión noche tras noche, de forma gratuita, en las inmediaciones del ecuador celeste, y por tanto para los dos hemisferios, con su vistoso cinturón, también conocido por  “Las tres Marías” (Alnitak, Alnilam  y Mintaka), con la gigantesca y anaranjada Betelgeuse, con Bellatrix, Saiph, Rigel y Hatsya. Y con la relativa vecindad de las citadas Pléyades (a las que dedicaremos una generosa entrada), de Aldebarán y de Sirio, la más brillante estrella de nuestro cielo, después del Sol.
Entre los astros de Orión hay una gran abundancia de nebulosas de todo tipo: De emisión, de reflexión y oscuras. De hecho toda la constelación está envuelta en una gigantesca nube, con zonas tenues como el inmenso arco de Barnard, la nebulosa de reflexión M78 o el Mago; con emblemáticas nebulosas oscuras, como la Cabeza de Caballo, y con objetos luminosos fáciles de ver, como la nebulosa de la Flama, la de Mairan y, sobre todo, la Gran Nebulosa de Orión.
Cualquiera que se inicie en la afición a la observación o a la fotografía de cielo profundo, tiene una obligada y pronta cita con la Gran Nebulosa de Orión, también conocida como M42 por ser el objeto 42 del célebre catálogo Messier. Puede verse a simple vista, y con un sencillo equipo fotográfico podemos sacarle los colores en breves segundos de exposición.
Yo, que debido a las limitaciones de mi equipo, tengo que conformarme con los objetos más accesibles, encuentro en esta constelación una especie de Parnaso de la astrofotografía, y la frecuento mucho. Podría exhibir un álbum con las imágenes que he tomado de la Gran Nebulosa, pues son numerosas y variadas en calidades (Van de muy malas a regulares, aunque alguna hay aceptable para el nivel del material) Pero, para no saturar, voy a dejarlo en un botón muestra.
Esta es la más reciente, y primera de la presente temporada.
En ella puede verse M42 (la Gran Nebulosa de Orión). Adherida a ella, y como figurando una cabeza de ave, a la izquierda está M43 (La Nebulosa de Mairan) y un poco más a la izquierda brilla la nebulosa “Running Man” (Corredor), que tiene asignado el número 1977 en el Nuevo Catálogo General, NGC por sus siglas inglesas.

Bajo la imagen pongo los datos de la toma, cosa que gustan ver los aficionados, bien para aprender, bien para criticar, bien para corregir, bien para comentar o más bien para chichorrear, aunque siempre de buen rollo. 

M42 031116
Lugar: Camuñas (Toledo)
Fecha de la toma: 03/11/2016
Montura: Orión Skyview Pro.
Telescopio: Sw ED 80/600 con reductor de focal 0,8X
Cámara: Canon 600D modificada.
Guiado: Lunático, Cámara Luna QHY5 II
Filtro: UHC-S para reducir la contaminación lumínica (toma urbana)
Exposición: 12 tomas de 300" + 10 tomas de 20" para compensar la sobreexposición del núcleo. Sin Darks, Flats ni Byass.
Apilado: DSS
Procesado y postprocesado: Startools y PS.