jueves, 6 de julio de 2017

Oposición de Saturno

Durante su oposición, Saturno se sitúa a una distancia de nuestro planeta (y por tanto de nosotros) de tan sólo 1200 millones de kilómetros, pulgada más o menos. Ahí mismo, como quien dice, sobre todo si comparamos esta cifra con los 1600 millones de kilómetros que nos separan durante la conjunción.
Hogaño este fenómeno se produjo el día  15 de Junio, pero durante varias semanas antes y después, el planeta  permanece  como si dijéramos por el barrio. Aprovechando la visita, y suponiendo que no le importa ni importuna mucho, le he tomado esta foto: Saturno 030717_2

Datos de la toma:

Lugar: Camuñas.
Fecha: 030717
Telescopio: SW Maksutov 180/2700 + Barlow x2
Cámara: Luna QHY 5II  monocroma + filtros LRGB
Software: Autostakkert 2, Reigistax 6, Fitsworks y PS.

Para hacer las presentaciones como es debido transcribo aquí los datos principales (aproximados) del gigantesco astro:

Diámetro: 120.000 kilómetros.
Periodo de rotación:  10,56 horas (a toa pastilla va)
Distancia media al Sol: 1431 millones de kilómetros.
Periodo orbital sideral: 29 años 167 días 6,7 horas.
Periodo orbital sinódico: 378,1 días
Densidad: 690 Kg. por metro cúbico. (Muy ligero, flotaría en el agua)
Velocidad de escape: 35, 49 kilómetros por segundo.
Inclinación del eje: 26,73º
Gravedad en el ecuador: 0,93 g.
Temperatura media en superficie: -125º C.

El diámetro de sus anillos mide aproximadamente lo mismo que la distancia entre la Tierra y la Luna, más de 250000 kilómetros,  su espesor apenas llega a 2.
 Con mejores instrumentos que los míos, pueden ser distinguidos siete anillos principales, denominados, de dentro a fuera,  D, C, B, A, F, G y E.
Las divisiones que pueden verse con telescopios de aficionado son las de Cassini y, con suerte y buenos cielos,  Hencke. Las de Colombo, Maxwel, Huygens y Keeler son más caras de ver.
El origen de esta espectacular formación sigue siendo un enigma.

Como curiosidad sobre la enigmática génesis de los anillos de Saturno y las diversas especulaciones que han suscitado desde que Galileo Galilei los descubriera en 1608, citaré una de las más estrambóticas:
Entre 1586 y 1669 vivió en nuestro planeta un eximio teólogo llamado Leo Allatius, entre cuyas escrituras destaca un ensayo titulado “Discusiones sobre el prepucio de nuestro Señor Jesucristo” (sic) .  En esta obra, el autor (contemporáneo de Galileo), asegura que lo que se ve alrededor de Saturno es nada menos que eso: El trocito de piel que le fue extirpado a Jesucristo en la preceptiva circuncisión infantil practicada por imperativo de las tradiciones judías. La sorprendente afirmación se basaba en el  hecho de la ascensión al cielo del cuerpo del Señor, incluida esa parte cuya presencia visible en el firmamento constituía, para el teólogo, la prueba irrefutable de la veracidad de aquel milagro.

La hipótesis no acabó de ser aceptada por el general público, y menos por los eruditos de aquella y posteriores épocas. Y por si alguien  aún considerase tales o parecidas posibilidades, se ha de decir que ya hace tiempo viénese conociendo en gran medida la composición del muy vistoso objeto celestial que, a la sazón, ha resultado estar formado por trozos  grandes, medianos y pequeños de hielo y rocas. Así de simple, así de portentoso.