domingo, 2 de octubre de 2016

Movimientos lunares

A parte de acompañar a la Tierra en su continuo viaje alrededor del Sol, a este en sus paseos por la galaxia,  a esta en sus desplazamientos por el barrio cósmico y a to lo que se menea en el Universo, la Luna tiene una variada colección de movimientos  propios.
Algunos de ellos son demasiado complicados para mí y, aunque me he intentado documentar, no acabo de entenderlos bien.
No obstante, y puesto que el 25% de las personas que han visitado este espacio me han pedido que toque el tema, voy a intentar hacerlo, ya sea someramente y avisando que el asunto es de una complejidad que supera mis limitadas posibilidades.

En primer lugar cabe decir que la órbita de la luna está expuesta a la influencia gravitatoria no sólo de la Tierra, sino también del Sol, de los planetas cercanos e incluso de las fuerzas de marea en su íntima relación con nuestro mundo. Todo esto hace que la elipse en cuestión , de baja excentricidad por cierto, sea bastante inestable comparada con otras. Si bien sus variaciones no son caóticas en nuestra percepción del tiempo y del espacio. Como ejemplo de estas escalas diré que, según me han dicho, la órbita lunar (y por tanto el satélite) se aleja de la tierra 3,8 centímetros por año. Sí, la Luna se va, no nos soporta, aunque lo hace con tan exquisita discreción que no lo notaríamos si no hubiéramos puesto espejos en su superficie para medir con precisión de laser su lentísima fuga.
Este casi imperceptible alejamiento es uno de los movimientos de la Luna.
Otros son  los consabidos de rotación sobre su eje y de traslación circunterrestre.  Pero hay bastantes más, y bastante menos consabidos. No voy a hablar de todos, pero voy a intentarlo con algunos.

Rotación:
La Luna da una vuelta completa alrededor de su eje cada 27,32 días, lo que se considera un mes sidéreo.

Traslación:
En el mismo tiempo (27,32 días) el satélite completa una vuelta alrededor de la Tierra, sincronía responsable de que siempre veamos una  misma cara del astro, y nunca la otra.
Dado que en este tiempo la Tierra no detiene su permanente viaje alrededor del Sol, la duración relativa del recorrido orbital de la Luna es de 29,53 días (mes sinódico*), tiempo en el que se completan las cuatro fases.
La velocidad de la luna en su traslación alrededor de la Tierra es variable debido a la excentricidad de la elipse. Va de los 3479 Km./h. en el apogeo, punto más alejado (406000 Km.),  a los 3873,6 Km./h. en el perigeo, punto más cercano (356000 Km.)
La dirección es de Oeste a Este, y si la vemos siempre recorriendo el camino contrario es por causa de la rotación terrestre.

Libración:
La total sincronía entre la rotación y la traslación del satélite sólo nos permite ver, en teoría, un 50% de su superficie, y siempre el mismo. Sin embargo existen unas oscilaciones relativas que hacen ocasionalmente visible  algo más del 50% de la superficie lunar,  concretamente el 59%. Se llaman Libraciones, y se conocen varias.
Hay una libración en longitud, otra en latitud y otra llamada libración diurna. La primera se debe a la excentricidad de la órbita, que hace variar la velocidad del satélite en su recorrido sin alterar la de rotación, lo que crea un ligero desajuste Este-Oeste de  hasta 7º 54´ entre ambos movimientos. La segunda es debida a la inclinación del eje lunar sobre su plano orbital y produce una oscilación Norte-Sur de 6º50´. La tercera la produce la propia rotación terrestre, que hace que a lo largo del día pasemos de mirar desde un lado de la línea que une los centros de los dos astros, a mirar desde el otro.
Donde mejor se aprecia a simple vista el efecto de la libración es en el Mare Crisium, también llamado Lágrima del Este. En ocasiones, durante las fases creciente y llena, podemos ver que esta formación toca el limbo lunar, mientras que otras veces queda un poco más dentro.

Ascendencia y descendencia:
A lo largo del año vemos que el arco que el sol describe en sus tránsitos diurnos por el cielo se va haciendo más grande a partir del solsticio de Invierno. En el medio día del solsticio estival, el astro alcanza su máxima altura y extensión sobre el horizonte meridional. Es decir, su máxima declinación. A partir de ese día, el arco irá menguando. Lo hará durante seis meses, hasta que llegue nuevamente el solsticio de Invierno. Así podemos decir que el Sol tiene un ciclo ascendente y otro descendente, y que entre ambos abarcan un año. Este efecto se debe a la inclinación del eje terrestre con respecto al plano de la Eclíptica, y da lugar a las estaciones. Con la Luna sucede lo mismo, sólo que el “año” lunar dura 28 días. Dado que el plano de la órbita lunar también está inclinado con respecto a la Eclíptica, a lo largo de estos 28 días podemos ver cómo el satélite asciende y desciende sobre el horizonte, ganando altura durante catorce días y perdiéndola durante los otros catorce para reiniciar el ciclo. El fenómeno se conoce como “Luna ascendente” y “Luna descendente”.
Se toma muy en cuenta en diversas actividades humanas, especialmente en algunas prácticas agrícolas, pues se cree que estos ciclos influyen en el desarrollo de las plantas. A veces se confunde con las fases lunares, se asocia la ascendencia con la fase creciente y la descendencia con la menguante. No es así pues hay otros movimientos, como la retrogradación de la línea de nodos o el avance del perigeo, que hacen que la coincidencia con las fases sea también rotativa.

Retrogradación de la línea de Nodos:
El plano orbital de la Luna está inclinado, como vengo diciendo, respecto al plano de la Eclíptica, por lo que la órbita lunar cruza en dos puntos el plano en el que orbita la Tierra alrededor del Sol. Estos puntos se llaman Nodos: Nodo ascendente y Nodo descendente.
 Su posición en la órbita lunar es variable. Retroceden con una velocidad inconstante y completan una vuelta cada 18,6 años. Los eclipses sólo se producen cuando la luna pasa por estos puntos.


Lunasticios:
El lunasticio es un fenómeno derivado de la ya mentada retrogradación de los nodos. La inclinación del plano orbital de la luna sobre la Eclíptica no es constante, oscila como si se balanceara. Algo así como lo que hace una moneda al caer al suelo antes de detenerse.
Esto hace que la Luna vaya incrementando sus variaciones en declinación (Máximas y mínimas)  a lo largo de 9,3 años, y reduciéndolas durante otros tantos. El ciclo completo, por tanto, dura 18,6 años. La máxima variación (+28, 64º -28,64º) se produce en los llamados Lunasticios Mayores. Y la mínima (+18,36º -18,36º), en los Lunasticios Menores.
Parece que el fenómeno ya era conocido en el neolítico y la Edad del Bronce, y parece  también que debió tener un especial significado para aquellas gentes, pues lo tuvieron en cuenta a la hora de erigir algunos monumentos megalíticos, especialmente en gran Bretaña e Irlanda.
Queda bastante tema, pues el asunto es largo y complicado como avisé al principio, y pese a que he procurado aliviarlo de cifras y de datos, así como resumirlo en lo posible, reconozco que esto ya es mucho rollo, y concluyo sin más.



*La diferencia entre “Sidéreo” y “Sinódico”, en lo relativo a los periodos orbitales es que Sidéreo es el periodo absoluto del astro en cuestión y Sinódico el relativo al propio movimiento de la Tierra.
Así, por ejemplo, el periodo orbital sidéreo de Júpiter es de 11,9 años (tiempo real que tarda en completar una vuelta a alrededor del Sol), y su periodo sinódico es de 399 días (tiempo que transcurre entre una oposición y la siguiente del gigante gaseoso con la Tierra. Es decir, el tiempo en que nuestro planeta, después de haber completado una vuelta al Sol vuelve a encontrase en la misma posición relativa con el otro).


1 comentario:

  1. ¡Vaya con la vecina de arriba!
    He intentado imaginarme (con la poca imaginación que tengo), con bastante esfuerzo y algún éxito, todos esos movimientos simultáneos, observando desde algún punto, pongamos, intermedio entre el Sol y la Tierra (o mejor, entre la Tierra y la estrella Polar, no vaya a ser que mi sombra cause algún desfase), y a una velocidad perceptible por el ojo humano (sin tener que esperar esos 18,6 años) y casi me mareo.
    En fin..., que echaremos de menos tanta vitalidad cuando la vecina se mude.

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