Las
galaxias son la leche.
Esto es
lo que debieron pensar y sentir los antiguos griegos al contemplar esa franja
de luz pálida que cruza los cielos nocturnos, y que destaca especialmente en
las noches estivales. No sabemos qué es, pero sea lo que sea es la leche,
comentaría sin duda el común de las gentes en el ágora.
Los
sacerdotes también ignoraban la verdadera naturaleza del fenómeno, pero tenían
la certeza de que nadie conocía su muy alto e inaccesible secreto, y la
convicción de que nunca iba a ser desvelado, por lo que decidieron ofrecer al
común de las gentes una concluyente explicación que afianzara la superioridad
intelectual y moral de su casta, una revelación que por su pretendida procedencia
divina no habría de precisar demostración alguna, ni admitiría cuestionamiento
que no asumiera el riesgo de enojar a los dioses, y las fatales consecuencias
de su ira.
Es la
leche, dijeron, en efecto, mas no es leche cualquiera sino leche de Hera.
La
carencia de observaciones metódicas, cálculos, mediciones y otras costosas
tareas, fue suplida con una historia a la que se debe reconocer, si no el
mérito del trabajo y de la honesta voluntad de descubrir la verdad, sí el de la
creatividad y aun el de la belleza. Véase y júzguese en este escueto resumen:
La
diosa Hera, esposa de Zeus, el dios supremo, amamantaba involuntariamente a
Hércules, un niño fruto de cierta relación entre su divino marido y Alcmena,
una mortal. Hermes, aprovechando que la diosa dormía, había puesto al niño a
libar de su leche para que así obtuviera, amén del necesario alimento, la
inmortalidad que le negaba su medio humana condición. Pero el mitológico
infante quizá chupaba con demasiada energía, pues, como es sabido, era inusitadamente fuerte, y
despertó a la diosa que, nada más percatarse del escabroso asunto, retiró
bruscamente su pecho de la boca del futuro héroe, y derramó su líquido nutricio
por buena parte del impoluto cielo. De
ahí procede el nombre Vía Láctea, que recibe la franja luminosa.
No es
esta la única explicación que la rica mitología griega (digna heredera de
Sumer), ofrece para dilucidar los divinos orígenes de la galaxia. Pero todas, tanto las variaciones sobre el seno de Hera,
como las versiones que sitúan las fuentes del preciado líquido en la astada
ninfa Amaltea, nodriza del mismísimo Zeus, convienen en afirmar que es leche lo
que vemos.
Vía Láctea. Camuñas. 100816 |
Otras
culturas imaginaron otras historias para explicar el muy extenso objeto, y le
pusieron otros nombres. Algunas tribus africanas lo llamaban Espinazo de la
noche, en la idea de que era la columna vertebral de un inabarcable animal que
sostenía el cielo con su lomo, evitando que se derrumbara sobre nosotros. Árbol
del Mundo fue para los Mayas. Y para mis infancias Camino de Santiago, pues
entorno a las fechas en que se celebra el día del apóstol, la franja muestra
una orientación similar al célebre camino de peregrinación.
Como
curiosidad local, diré que en la estación de Verano, la Vía Láctea se alinea
con la muy camuñera Calle Grande, ofreciendo un espectáculo urbano-celestial
imposible de ver en estos tiempos de luz artificial, pero que yo recuerdo de mi
infancia como algo muy hermoso.
Fotomontaje de la Vía Láctea sobre la calle Grande de Camuñas |
Pero
qué es en realidad la Vía Láctea. Incluso en los tiempos de los griegos, y
aunque la inmensa mayoría coincidiese es estimar que era la leche, algunos sospechaban que no
estaba hecha de ese maternal líquido, que quizá se tratara de una gran
concentración de estrellas muy lejanas, así Anaxágoras como Demócrito. Pero
hubo que esperar a Galileo y su telescopio para tener la certeza de que ese
polvo lechoso era, en realidad, un portentoso número de estrellas agrupadas en
un cuerpo celeste cuya forma completa aún resultaba imposible imaginar y del
que se pensaba que contenía todos los astros del universo.
Tuvo
que llegar el siglo XX para que un astrónomo llamado Edwin Hubble realizara el
crucial descubrimiento de que Adrómeda estaba fuera y lejos de la Vía Láctea, (algo
que ya se venía sospechando desde el siglo de la luces), de que tenía sus
propias estrellas (Muchas), de que era otra “Vía Láctea”. Así supimos que en el
universo había otros “caminos de leche”, y que el nuestro era sólo uno más de
los incontables que pueblan el espacio. De aquellos lances mitológicos
acontecidos entre Hera y Hércules, o entre Zeus y Amaltea, quedó el nombre
Galaxia (que significa algo así como “círculo de leche”) para nombrar estos
objetos cuyo número, sólo en el universo observable, se
cuenta por cientos de miles de millones.
Cadena de Markarian
Grupo de Galaxias en Virgo
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Datos de la toma.
Lugar: Camuñas
Fecha: 020516.
Telescopio: SW ED 80/600
Cámara: Canon 600D modificada.
Guiado: Lunático.
Exposicion: 10 x 5´
Programas: DSS, ST y PS
Galaxia del Remolino (M 51) |
Distancia: 37 millones de A.L.
Diámetro: 60000 A.L.
Datos de la toma.
Lugar: Camuñas
Fecha: 200615.
Telescopio: SW Reflector 200/1000
Cámara: Canon 600D modificada.
Guiado: Lunático.
Exposicion: 10 x 3´
Programas: DSS, ST y PS
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Don Carlos Gómez, estimado compañero de trabajo y de afición, ha leído esta entrada, cosa que le agradezco, y me ha hecho algunas puntualizaciones y sugerencias,cosa que le agradezco más.
ResponderEliminarCarlos me sugiere citar a varios astrónomos que, de una forma u otra, tuvieron relación con el descubrimiento de las galaxias, a parte del mencionado Halley.
Así, el amable compañero me revela la existencia de Adriaan Van Maanen, astrónomo holandés que vivió entre 1884 y 1946, y que dedicó buena parte de su tiempo a medir movimientos de estrellas. En sus errores se apoyó Harlow Shapley para defender, frente a Hebert Doust Curtis, en un histórico debate mantenido en 1920, que todo el universo observable estaba dentro de la Vía Láctea, y que eso que Curtis proponía como galaxias externas no eran más que nebulosas.
Especial mención merece también la astrónoma norteamericana Henrietta Swan Leavitt, y sus importantísimos estudios de las estrellas variables Cefeidas.
Ya puestos, y esta va de mi cuenta, quiero hacer mención de un insigne precursor del descubrimiento que nos ocupa: Immanuel Kant. Dije en el cuerpo de la entrada que la idea de las galaxias ya se intuía en el Siglo de las Luces. Bien pues el filósofo autor de la Crítica de la razón pura, afirmaba y sostenía que nuestra Vía Láctea no es sino uno más del incontable número de Universos-Isla que pueblan el espacio.
Un saludo con mi gratitud a Carlos y al resto de los lectores.
Muchas gracias Florentino por tan amable comentario, justamente estaba leyendo sobre este tema galáctico y no pude más que comentarte lo leido, hago un pequeño resumen. Espero no aburrir demasiado:
ResponderEliminarHenrietta Leavitt se percató de que en un tipo de estrellas llamadas cefeidas había una relación entre el periodo de luminosidad y su brillo intrínseco, pudiéndose así determinar la distancia a la que se encuentran , midiendo la luz que recibimos de ellas en la tierra (ley de Leavitt)
Pero había que calibrar esta relación y en ello destacó Harlow Shapley que era un férreo defensor de que todas las nebulosas estaban en nuestra galaxia. Además descubrió nuevas cefeidas, y observó que había mayor número de ellas hacia la constelación de sagitario, deduciendo que el centro de nuestra galaxia se halla hacia esa constelación. Bien, pues de acuerdo con la ley de Leavitt y su propia calibración, le salio un tamaño para la vía láctea de 65 kpc. (Mucho mayor de lo que supuso Herschel, 64kpc más de hecho).
En esta época estaban trabajando en monte Wilson: Shapley (que estaba apunto de irse), Hubble y Humason. Fue este último quien enseño a Shapley una placa fotografica con una marca en una cefeida descubierta en la galaxia de Andròmeda, y ésta era la prueba irrefutable de que esta galaxia se encuentra fuera de la vía láctea...¿qué hizo Shapley? pués borrar disimuladamente la marca con el dedo (recordad que él defendia que todo el universo está contenido en nuestra galaxia), a ver si con un poco de suerte Humason no recordaba dónde era, pero por fortuna esto no sucedió así, Humason no necesitaba marcas para recordar un evento como ese.
Muchas gracias por tu comentario, Carlos. De vivir en estos tiempos, Harlow Shapley tendría asegurado un alto cargo en la recién estrenada administración norteamericana. Sin duda es un digno precursor del renovado concepto de realidad alternativa que acaba de proclamar el pintoresco presidente.
ResponderEliminarSiempre es un placer conversar contigo en cualquier foro, y nunca se deja de aprender.
Recibe un cordial saludo.